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Cada año, al comenzar las clases universitarias en todo el mundo, vuelven las conversaciones sobre las llamadas “novatadas”. Aparecen noticias sobre accidentes o abusos durante unas novatadas y se alternan los argumentos de quienes las defienden como ritos inofensivos que ayudan a una persona a integrarse en un entorno nuevo (universidad o residencia), con los de quienes, por el contrario, se indignan por estas prácticas. Hay que tener en cuenta que el consumo descontrolado de alcohol suele ser un condimento esencial en muchas novatadas. La real academia española define la novatada como: “En algunas colectividades, vejamen y molestias que los antiguos hacen a los recién llegados”. Creo que es importante no perder de vista la palabra “vejamen”. Me gustaría aportar algunas reflexiones a este debate.

El argumento principal y poderoso A FAVOR de las novatadas suele ser que es una manera de integrar al nuevo al lugar donde pretende incorporarse y de hacer amigos con rapidez. Suelen afirmar sus defensores que “no pasa nada”, que al final “todos son amigos”. Pero la realidad es que se trata de una actividad donde hay personas que se lo pasan mal haciendo cosas en contra de su voluntad. Hay dos tipos de novatadas. Un primer tipo que yo consideraría aceptable y otro que, en mi opinión, habría que condenar y prohibir enérgicamente:

El primer tipo de “novatada” se caracteriza por organizar actividades donde todos (los que ya están en el lugar –“los veteranos”- y los recién llegados –“los novatos”-) se lo pasan bien juntos. Actividades incluso graciosas, pero donde no se trata de reírse DEL novato sino de reírse CON el novato. Habría que cambiar probablemente el nombre de estas actividades para evitar confusiones. Por ejemplo, se les podría llamar “juegos de integración”, “día del nuevo”, etc.). Un ejemplo de actividad aceptable en una fiesta del nuevo que podría describir para ilustrar esto de pasarlo bien con el novato podría ser una actividad con carreras y retos diversos (algunos graciosos como disfraces, juegos de roles o subirse a una cucaña grasienta), donde participan varios equipos, mezclando veteranos y nuevos en cada equipo. Esto de la participación conjunta de veteranos y nuevos es fundamental. Todos participan, se conocen, se ríen, etc. Por la noche, en torno a una barbacoa, se podrían proyectar las tomas más llamativas de la jornada y cualquiera (veterano o nuevo) que tuviera una habilidad tocando un instrumento, cantando o lo que sea, podría amenizar la velada. Al final, todos contentos, conocidos los nombres, y los novatos integrados.

En el segundo tipo de novatada, nada de lo anterior pasa en el fondo. Es más bien una manera “legal” de que cada uno saque lo peor de su persona. El novato puede ser humillado, ridiculizado, asustado, violentado, obligado a hacer cosas inapropiadas (violentando incluso su intimidad sexual), o a consumir sustancias toxicas como la marihuana o el alcohol hasta emborracharse, incluso con serios riesgos para su salud. No merece la pena alargar esta lista pues sería interminable y ya me entendéis. La persona que ejerce todo esto es una persona que se aprovecha de la condición supuestamente “legal” de la novatada para hacer cosas que podrían considerarse incluso delictivas en el ámbito normal de la vida. Se da rienda suelta con cierta cobardía y algo de sadismo a su afán de dominación, a disfrutar haciendo sufrir, al revanchismo simplón (“a mí me hicieron el año pasado, ahora me toca a mí hacerlo”). No educa en la empatía, en la capacidad de ponerse en la piel de la otra persona. Las autoridades de la ciudad, residencia o universidad donde tienen lugar estas actividades deberían incluso sancionar a quienes las hacen.

Finalmente, el que no hace nada, diciendo que solamente mira, tampoco está en la mejor de las situaciones. Está en una actitud un tanto hipócrita que podríamos describir como “pecando por omisión”. Es una persona que quizá también carece de empatía, tiene una posición de “voyeur”, dejándose llevar por el morbo que puede atraer a cualquiera, disfrutando ver cómo hacen estas cosas a otras personas, desde la doble comodidad de no ser quien lo hace, del anonimato, pero “disfrutando” del espectáculo al igual que se divertían las manadas ciudadanas en los circos romanos (salvando las distancias claro). Le falta proactividad y valentía, para defender a la persona que sufre esto. Se queda callado/a en vez de hacer notar su disconformidad, al menos mediante el boicot, no asistiendo al espectáculo como público.

El resumen de mi reflexión es que las novatadas deberían de estar contundentemente prohibidas porque sacan lo peor de los seres humanos disfrazándose de “diversión” o de actividad de “integración”. Es una manera de divertirse que coarta la libertad de alguien y que le hace sufrir, aunque sea capaz de superarlo. No tiene ningún efecto educativo para la gente joven. Crea un bucle de perpetuación revanchista tipo “yo haré lo mismo el año que viene”.

En cambio, “las fiestas del nuevo”, bien pensadas para que todo el mundo se divierta, tienen como resultado que se integren los novatos y saquen lo mejor de todas las personas.